viernes, 26 de diciembre de 2014

Tránsitos

Emociones cansadas de tanto circular
dejan surcos en la vida cotidiana
zonas inundables a mi alrededor
agujeros negros por donde caemos a dimensiones raras
pero posibles
padecemos mutaciones, desfiguraciones, bastardeos
apóstrofes cruzados
Entramos y salimos de recónditos universos alternativos
que nos atrapan furtivamente
cuando las emociones no respetan las normas de tránsito

Marcelo, diciembre 2014

La palabra

Que no se pierdan las palabas que acarician,
que aman, las palabras que erizan de emoción, las que abren caminos y almas,
las buenas palabras y las palabras buenas.
Que no se pierdan tus palabras guardadas en mi corazón,
las que nacen en la intimidad del abrazo, las que estimulan,
las palabras desnudas, las aparecidas de pronto, las bien dichas,
las que imaginan vidas y mundos mejores.
Que no se pierdan las palabras que pueblan, que arraciman,
que unen, que celebran, que curan.
Las que piden amor y las que lo dan,
las que gratifican,
las del primer amor, las del último amor
y las del amor de toda la Vida.
Que no se pierdan las palabras de quienes las tienen prohibidas,
las amordazadas, las palabras valientes y justas,
que no se pierda la palabra dada.
Que no se pierda la palabra.


Marcelo, diciembre 2014

El lado artesanal de la Vida

Parece necesario arrancarle los clavos al Cristo y bajarlo de la muerte ejemplarizante. Hay que aceptar que el milagro de la vida deambule entre nosotros. Parece que hay que volver al Pez del cristianismo primitivo como símbolo de fe, de fecundidad y abundancia. Desde hace 2.000 años la mala nueva es que alguien murió por nuestra culpa. Ya conocemos demasiado de la muerte y de la culpa. Las noticias del mundo son partes médicos de un moribundo. Como si hubiese que abandonar toda esperanza, como si vivir tuviera una larga lista de contraindicaciones. La consigna es salvarse de la ansiedad nuestra de cada día consumiendo cada vez más. Nada debe oler a usado. Todo tiene que ser nuevo, sorprendente y fácil de usar. Tiene que ser rico y adictivo. Hemos perdido la capacidad de esperar pacientemente la ineludible construcción de las cuestiones importantes de la existencia y del valor del tiempo de aprendizaje, de preparación del viaje. Transitamos por la cultura de la hipervelocidad, sin tiempo para las escalas ni para mirar a los costados. Sin reparar en la periferia del mundo donde sobreviven las criaturas sin oportunidad, tribalizadas y discriminadas. Criaturas exiliadas de la prosperidad y la comodidad. Seres de otro mundo que viven en una subcultura cuyos códigos de convivencia parecen difíciles de comprender por quienes corren a ponerse a salvo. Así el mundo se divide cada vez más hasta no reconocernos, fomentando el aislamiento social, las sensaciones de injusticia y venganza, los estímulos para reclamar por medios deshonestos y violentos estar a salvo. Así se naturaliza la delincuencia, la violencia intrafamiliar, los padres y las madres que roban y que matan como modelos para niños que viven situaciones de estigmatización de su entorno social y que establecen vínculos con niños que viven situaciones familiares similares. Esto los deja en un profundo estado de vulnerabilidad en el cual terminan imitando los modelos de los adultos cercanos o calmando la intemperie emocional a través del consumo de drogas. Entonces, se activan los eventos cíclicos de niños que roban y matan y se convierten en “menores” y más tarde en “adultos con antecedentes penales”, a los que hay que combatir con más balas y grilletes. Son lo que pueden ser. Sin embargo, también subyace la violencia en entornos que parecen tener todo para ser felices. La hipocresía y el secretismo atraviesan todos los estratos sociales. La crisis de fe en acciones constructivas y positivas hace difícil establecer vínculos sanos y nutricios. Los referentes han sido eclipsados por una cultura superficial y banalizadora de toda mirada profunda y esclarecedora. La crisis social es más grande y compleja que la rotación de los partidos políticos en la administración de un gobierno. Es que la desintegración social es un negocio rentable para las empresas globales más poderosas que los países. Ellos imponen sus reglas al mundo y mantienen funcionando la rueca del dinero. Nuestra percepción del mundo la fabricamos con fragmentos de información de dudosa fiabilidad. Los informativos son desinformativos y deformativos. Hoy vivimos en la oscuridad absoluta y sin rumbo cierto, experimentamos el hondo desconcierto de la falta de certezas en un mundo peligroso y al acecho. Y aun, cuando eso puede causar la parálisis de la perplejidad es también cierto que la falta de referentes nos da la enorme posibilidad de innovar, de crear algo nuevo. Si admitimos esto podemos ver que no estamos en un mundo sin esperanzas. Es la oportunidad de hacer e involucrarse en hechos que cambien nuestra zona de influencia. Que hagan nuestro entorno mejor. Es necesario rescatar el valor artesanal de la vida. La construcción paciente de los vínculos, de la familia, de los objetos. Todo tiene un tiempo y un espacio. Un tiempo para ser aprendido. Disfrutar el proceso de crecer y de lograr nuestros objetivos a velocidades humanas. Debemos evitar el quererlo todo y quererlo ya. Debemos aprender a transitar por el fracaso con una mirada comprensiva e integradora. Está bien y es necesario equivocarse. Es la forma de aprender conscientemente. Quienes pretendan ahorrarse el camino terminarán caminando más ligero que sus pies y tropezarán más veces de las necesarias antes de saber levantarse. La Vida es fundamentalmente construcción paciente y artesanal de las habilidades. Los invito a dejar salir la creatividad y la pasión por un mundo más auténtico e imperfecto; y no artificial y perfecto, como recién comprado aprovechando los últimos descuentos del shopping de turno. ¡Feliz 2015 para todos!

Marcelo

martes, 7 de octubre de 2014

Frágil


En sus ojos habita toda la luz del mundo
Solamente, cuando me miran, vuelvo a nacer
Yo soy barro y cenizas, sedimento intergaláctico,
Milagro latente
La arenisca prehistórica sube a la superficie enchumbada en petróleo
Incendiándose con tu presencia
Tú activas los prodigios en mis costas solitarias
Nuestros dolores son el punto de equilibrio, tan frágil
Que amenaza nuestra existencia 

domingo, 7 de septiembre de 2014

Sin mí


Convertido en un habitante del humo
Aleteo en la espesura
A ras de un mundo azotado por franjas de gasa
Bajo el hechizo de una primavera oscura y peligrosa
Proliferan criaturas secretas de extraños chillidos 
El tiempo toca las fibras ópticas del alma gastando sus surcos
Nada escapa a la condición de obsolescencia
Y la espera es un acto de subversión
Tras la reja la intemperie es más desoladora
La negrura enceguece y el cielo es espeso como el barro
De nada sirven las alas en un firmamento sin rutas
Sin vientos que sueñen
Sin mí


miércoles, 29 de enero de 2014

La guerra del juego

Se agazapó contra el suelo, sus pupilas se dilataron, la respiración se hizo más intensa y rápida, ensanchó las fosas nasales y apretó en su mano el tronco que llevaba como arma, la sangre fluyó hacia sus piernas y brazos llevando más adrenalina. El mundo era el enemigo, nada más. Los pies se apretaron contra el suelo y comenzó a correr. El depredador inició la cacería, se acercó a la presa y alzando sobre su cabeza el palo lo impulsó con todas sus fuerzas para asestar el golpe fatal sobre el adversario. Siguió naturalmente el instinto de supervivencia. El madero bajó cortando el aire para destrozar el cráneo de la indefensa víctima. Sólo así el fanático hincha de un equipo de fútbol se siente a salvo de la amenaza de los colores del enemigo, como si la vida fuera nada más que un enfermizo arrebato.