viernes, 15 de abril de 2011

Las cajas de Luz

Título: Las cajas de luz
Autor: Jones, Shane
Págs: 142
Editorial: Mondadori

Existe en la literatura fantástica un pequeño territorio donde campea la esencia de la imaginación. Un pequeño espacio inclasificable que nos permite sorprendernos y emocionarnos ante la crudeza y fuerza de las imágenes que no dejan de brotar a borbotones del texto. En muchos casos, imágenes llenas de una profunda melancolía, en otros imbuidas de un escalofrío difícil de explicar pero siempre repletas de una ternura casi infantil.
Desde “Alicia en el país de las maravillas” de Lewis Carroll, hasta llegar a nuestros días, con libros como “El país de las últimas cosas” de Paul Auster, “La melancólica muerte del chico Ostra” de Tim Burton, “Las aventuras de Barbaverde” de Cesar Aíra, o la obra completa de Neil Gaiman, podríamos hacer una larga lista de pequeñas joyas literarias que no permiten una clasificación definida, porque apuntan a llegar al lector desde el lugar donde se cruzan las emociones, con la fantasía, a través de la buena escritura. Este es el caso de “Las cajas de Luz” de Shane Jones. Una historia desbordante de estas cualidades. Repleta de hallazgos en su estructura, sabe jugar con los espacios en blanco y la tipografía para dar mayor despliegue a lo que se cuenta.
“Las cajas de luz” es una novela que logra ser creíble y querible, gracias a sus personajes, y la extraordinaria mezcla de originalidad y clasicismo de la fábula:
Un espíritu del frío y la oscuridad, se apodera de un pequeño pueblo; este espíritu se llama Febrero. Y desde el inicio de su mandato ya nada que pueda volar puede ser nombrado o visto en el pueblo, la tristeza se vuelve infinita y los niños comienzan a desaparecer poco a poco entre la nieve y la oscuridad que abarca todo. Entre ellos la pequeña Bianca, hija de Thaddeus; quién luego de muchas vicisitudes, termina por convertirse en el héroe que reivindica la luz, el vuelo y la libertad por sobre el frío, el miedo y la tristeza, Cosas que Febrero, pretende imponer como orden permanente y al que el pequeño pueblo le hace frente con su vida. Agujeros en el cielo para recuperar el sol, cajas de luz, varas gigantes que empujan nubes, camas con dientes que devoran a sus ocupantes. Imaginación desatada e incontrolable, que quizás encuentres en alguna librería colocado dentro del espacio para jóvenes o adolescentes. Miopía de algunos que se dicen libreros, pero esa es otra historia.
Anímense a tomar este libro en sus manos, déjense llevar por su misterio y quizás, solo quizás, logren hacer el viaje que los lleve de las sombras a la luz.

Gustavo Aguilera

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