jueves, 7 de junio de 2012

La civilización del espectáculo


“Este ensayo no aspira a abultar el elevado número de interpretaciones sobre la cultura contemporánea, sólo a dejar constancia de la metamorfosis que ha experimentado lo que se entendía aun por cultura cuando mi generación entró en la escuela…” Así establece Vargas Llosa al comienzo de su último libro La civilización del espectáculo, desde donde analiza el mundo en que vivimos. Es un ensayo anacrónico y autorreferencial, porque mixtura los capítulos con antiguos artículos propios bajo el título de Antecedentes, que resulta ser un formidable y ameno diagnóstico de nuestro tiempo. Para introducir al lector en el tema analiza someramente algunos ensayos, de la enorme cantidad que existen acerca del tema, en los cuales se basa para afirmar o negar algunos conceptos que después profundiza en su análisis. Sin duda, el ensayo Notes towards the definition of Culture de T.S. Eliot, publicado en 1948, es el estudio que más ha seducido a Vargas Llosa y de la que toma, entre otras, la idea de que la alta cultura debe ser custodiada por una elite. “T. S. Eliot afirma que la alta cultura es patrimonio de una elite y defiende que así sea porque, asegura, es condición esencial para la preservación de la cultura de la minoría que continúe siendo una cultura minoritaria. (p. 107). Al igual que la elite, la clase social es una realidad que debe ser mantenida pues en ella se recluta y forma esa casta o promoción que garantiza la alta cultura, una elite que en ningún caso debe identificarse totalmente con la clase privilegiada o aristocrática de la que proceden principalmente sus miembros.”  Si bien, el autor continúa su estudio reflexionando y contestando a los autores de otros ensayos, no aporta nada novedosos en sus ideas. El libro se transforma en una bella catarsis de un hombre enojado que se lamenta por la autoridad perdida de una elite que, según él, debe custodiar la alta cultura. Su análisis es contundente y duro, y se despacha a sus anchas con una infinidad de temas: literatura, cine, música, erotismo, adolescencia, prensa, etc. Sin embargo, no vamos a encontrar nada distinto de lo que ya sabemos acerca de nuestro tiempo, sencillamente coincidiremos o no con algunas opiniones del autor. No obstante, disfrutaremos de la elegancia de su escritura. Es imposible terminar el libro sin tener la sensación de que se ha disfrutado de una buena lectura. Además de esto, el mérito que tiene el trabajo de Vargas Llosa es la oportunidad en la que sale este libro. Es el primero después de haber sido galardonado con el Premio Nobel, es por tanto, un momento de especial expectativa. Intuyo que el autor, con plena conciencia de esto, lanza esta explosiva arenga al mundo, cuya lectura amena y sencilla amplifica su capacidad de llegada a lectores menos exigentes. Quizá, el objetivo del autor sea, precisamente, generar la reflexión acerca de los tiempos que vivimos. Si es así, logra holgadamente el propósito, pues, es un ensayo intensamente provocador que estimula las ganas de debatir.

Marcelo Rodríguez

sábado, 5 de mayo de 2012

En las noches de apagón

En las noches de apagón
la luz huele a cebo
entonces
es más fácil ser humano
sentir miedo
perderse
imaginarse
o temblar.

En las noches de apagón
mi lecho es de pétalos y plumas
entonces
se escucha más fácil la vida
en su semilla
en mi búsqueda
desesperada
a tientas.

En las noches de apagón
te convido una parte del silencio
y te hago cómplice...

En las noches de apagón
un soplido y el amor...

Marcelo Rodríguez

La casa abandonada

“...y yo pasaba los ojos por ella
como si viera una planta que
hubiera crecido contra el muro
de una casa abandonada.”

Y nadie encendía las lámparas
Felisberto Hernández



Sentí su abandono en ese lugar de nadie,
en ese baldío infectado por la memoria:
el trozo de una botella,
las vísceras de una pared que la tierra devora,
papeles que el viento leyó hasta aquí
y un clavo que sostuvo cuadros
y que ahora se pudre olvidado en el muro.

La miré hasta que el sol comenzó a desinflar la luz
y las sombras estiraron sus brazos a la geografía de siempre.
La miré hasta que sentí deseos de abrigar a alguien.

El tiempo fue viciando los ojos que ya no distinguían perfiles
y que empezaban a mirar con las manos, anunciando lo inevitable,
lo que nadie vería,
ni siquiera nosotros.

Marcelo Rodríguez

viernes, 4 de mayo de 2012

Peregrino


Una grieta en la luz
una voz de arena
algo que estremece como un trueno y convoca la humedad
un sudor a tristeza
y las uñas del dolor rasgando entrañas

Así te encontré gemido de ángel
frente a un espejo sin luz
bajo un cielo amordazado y plomizo
batiendo tu mano ciega reclamando un hombro
un bastón
un lazarillo
que ayude a vivir y no sólo a durar

¿Quién llenó tus pulmones de polvo?

Llego como un peregrino y me miro en tu luz
traigo fuegos y horizontes
vengo convidado muletas...

Marcelo Rodríguez

sábado, 14 de abril de 2012

Selva

Las fronteras cada vez más cercanas
están húmedas,
anegadas de lluvias, de barro y vegetación.
Las fronteras bajo el algodón
de las nubes, mullidas, incontinentes.
Las fronteras son la selva,
tu selva,
mi selva.
La selva es nuestra frontera,
más cerca,
aquí.

miércoles, 24 de agosto de 2011

Los huesos de Descartes


Título: Los huesos de Descartes
Autor: Shorto, Russell
Págs.: 305
Editorial: Duomo

El libro comienza ubicándonos en Estocolmo “un crudo día de invierno de 1650” en que murió René Descartes, el pensador de origen francés más influyente y controvertido de su tiempo. Bajo el influjo de su pensamiento Europa comenzaba a transitar un nuevo tiempo: el modernismo. Es que en 1637, a partir de la publicación del libro Discurso del método, para bien dirigir la razón y buscar la verdad en las ciencias (y que circuló por las calles de París, Roma, Londres y Ámsterdam), “el cuestionamiento de lo que hasta entonces se consideraba un sistema absoluto de valores y verdades resultó tan incisivo y desconcertante que personas de todos los ámbitos, desde papas hasta personas corrientes con la suficiente instrucción para leer[…], vieron que la situación era una crisis.” Una crisis de fe tan profunda que dio inicio a cambios en la forma de ver y de interpretar el mundo. El materialismo se impuso como nuevo paradigma y las ciencias comenzaron a tomar protagonismo. Los viejos poderes asociados a la iglesia comenzaron a desmoronarse a medida que crecía el individualismo cartesiano que dudaba y desconfiaba de todo lo no se pudiera medir ni tocar.
El autor nos va mostrando los paulatinos cambios que se suceden en las sociedades europeas, los desvelos y las luchas entre creyentes y cientificistas, las censuras y las revoluciones, los erráticos avances del conocimientos científico que centraban su atención en la medicina, que de alguna manera explicaban el lugar del ser humano en la obra de Dios. Mientras estos cambios siguen su curso los huesos de Descartes, que eran venerado y odiado por igual, son desenterrados y devueltos a Francia. Trasladado por peligrosos y desolados caminos, iniciando así un extraño peregrinaje. Parecen perderse, se extravía el cráneo, después aparece más de un cráneo, se abren investigaciones para determinar su autenticidad, se descubren inscripciones y poemas en latín tallados en el hueso que brindan pistas del presunto periplo de la reliquia más amada por los franceses. Una trama policial que llega hasta nuestros días, como si el propio Descartes acompañara la transformación del mundo a la que dio origen.
Leer el libro es repasar la evolución reciente del hombre occidental, es ver su lugar en el universo. Porque el autor concluye el libro con interesantes entrevistas a personas que se posicionan en los extremos de la Ilustración radical y del fundamentalismo religioso. Miradas contrapuestas, pero que nos enriquecen. Un libro disfrutable de principio a fin y escrito con elegancia y fluidez. Un libro luminoso, del cual aprendemos que la lucha entre fe y razón no ha sido tan extrema. “Creo que el pensamiento moderno utiliza pautas derivadas del campo teológico. Los conceptos bíblicos han facilitado el avance de la ciencia.”, concluye un erudito sacerdote y que resume el espíritu que palpita en esta excelente obra.

Marcelo Rodríguez

viernes, 1 de julio de 2011

Escuchar(nos) Hacia una comprensión de los demás... y de uno mismo

Título: Escuchar(nos)
Autor/a: Castañeda, Marina
Editorial: Taurus
Págs.: 254

Vivimos en tiempos donde la comunicación se desarrolla a ritmo vertiginoso. Sin duda, estamos en la era de las comunicaciones. Sin embargo, nada parece indicar que nos entendamos mejor. Entonces, es cuando un ensayo como “Escuchar(nos)” se hace imprescindible. María Castañeda, su autora, nos propone una exploración de la capacidad humana de escuchar, y para ello parte de la interrogante de si la escucha es una facultad natural o aprendida. El recorrido lo empieza en la evolución biológica de nuestro aparato auditivo y cómo éste “amplifica algunas frecuencias y atenúa otras, y convierte la energía acústica de las ondas sonoras originales en energía mecánica, hidráulica, química y finalmente eléctrica, bajo cuya forma llega al cerebro para ser interpretada.” El cerebro recibe del mundo exterior 11 millones de bits de información, de los cuales apenas llegan a nuestra conciencia una millonésima parte del total. En esto juega un papel preponderante la atención que le dispensamos a los estímulos externos. El libro también le dedica una parte a la evolución histórica y social de la escucha y cómo la influencia del individualismo, el progreso industrial y la populosa vida urbana han modificado lentamente nuestra manera de escuchar al otro. Ese progreso propició el advenimiento de la era del ego, en la que aparece la sicología como disciplina y que define una escucha espacializada de acuerdo a la corriente terapéutica a la que se afilia. La  autora en su calidad de sicóloga la distingue especialmente de la escucha social del entorno cercano de familiares y amigos. Sin duda, la última novedad en la escucha son las redes sociales. Ese territorio virtual nos genera la ilusión de que lo que decimos es importante para otros y nos genera ansiedad y exigencia de respuestas inmediatas. Sin duda, vivimos tiempos que atentan contra la escucha plena del otro, donde los territorios del silencio son cada vez más escasos y donde la buena escucha, la que practicaron los griegos alguna vez y a la cual volvimos en la Francia del siglo XVII y XVIII, tienen pocas posibilidades de desarrollar el arte de la conversación, “que se contrapone a nuestro impulso “natural” de hablar más y primero, de ganar y dominar…”.
Un libro disfrutable de principio a fin. Sin duda, un libro que nos modifica y nos enriquece como una buena conversación.

Marcelo Rodríguez.